Mi lucha con las emociones y los temores – I Parte

Hay epidemias que se mueven en la juventud y en los corazones de todos aquellos que asisten a la iglesia con nosotros. Lo conocemos bien y algunos se han hecho amigos de ellas.

Una de ellas es el temor y otra las emociones adictivas. Creo que estas dos tienen relación particular por eso las veremos juntas. Es un tema muy común entre nosotros y es porque aprendimos a movernos en emociones. Venimos del mundo; y el mundo nos enseño patrones de vida donde nos podemos refugiar para sobrevivir.

Viviendo en el pecado el enemigo fácilmente nos ofrece emociones de todo tipo: Teniendo sexo, drogas, experimentando lugares y personas, culturas y estilos de vida. Las adicciones brillan delante de nosotros porque en el fondo tenemos sed, tenemos sed de una aventura, de un propósito, sentir que la vida no la estamos pasando y no solo estamos gastando oxigeno, quitar la tristeza o medicar el dolor.

Sin identidad nos rendimos a vivir por lo que nos haga sentir bien. No importa el precio, queremos aliviar el dolor del pasado, o actual; queremos medicar con una adicción nuestros errores haciéndonos daño.

Solo el Espíritu Santo pudo convencer de pecado nuestras vidas que este no era el camino. He aprendido que no podemos cambiar a otros pero si podemos cambiarnos a nosotros mismos yendo a la palabra y recibiendo el poder del Señor.

Y esta palabra te trasforma, es una verdad que te hace libre. Saber que eres amado, protegido, cuidado; saber que las emociones pueden ser pasajeras así como el joven que dejo embarazada a su novia y le dijo que no estaba mas enamorado de ella y se debía marchar. Eso fue obsesión, una emoción pasajera no amor genuino.

Muchos viven el evangelio de «las emociones». Recuerdo cuanto me costo no vivir por ellas. No vivir caminando por lo que sentía. Hizo que me costara horrores oír la voz del Espíritu, porque siempre me decía: «¿Y si no era El, sino solo mis emociones?, Tal ves es locura mía».

Me miraba a mi mismo, no al Señor. Y con esto no digo que no hay momentos de temor y de incertidumbre. Pero no es lo que sientas sino lo que haces con ese sentimiento. No es pecado ser tentado, pero si el ceder a la tentación. Pero no se queda ahí, Dios quiere que lo trabajes en unidad con El. El temor no es para tí. No el estilo de vida de un hijo de Dios.

El no esta en contra de tus emoci0nes, pero si del temor que te lleva a confiar en ellas. Muchas veces no rompemos con hábitos, con personas, con algo que nos esta carcomiendo la vida poque sencillamente hay tanto miedo. Me encuentro con tanto miedo en muchos correos. Es por eso que el Señor le decía a Josue: Esfuérzate por ser valiente. No tengas miedo. Lucha. No te rindas ni desmaye tu corazón (parafraseado).

Muchos me dicen: «Edu, Me siento… » o «No siento»  o  «No me siento» «Edu yo la verdad no siento Fe»..

¿Cuando las emociones deben sustituir a las convicciones y la Fe como fruto del Espíritu Santo?

Dios no me ha dicho que si «siento» lo haga. Dios me ha dicho que sea valiente y no viva por el temor.

La obediencia honra a Dios mas que tus palabras de compromiso.

Dios no esta contento con los pastores que dicen a los enfermos: «Usted no sano porque no tiene fe» Eso hace que la persona crea que es su culpa y que no ha tenido lo suficiente para tener el milagro de Dios. Cuando a lo mejor no es el tiempo de El para esto o como algunos casos y por misteriosa razón el no actúa y se lleva a la persona. Seamos honestos hay cosas de Dios que no las vamos a entender. Debemos conocer que el tiene el control y que es bueno. No lo hace para que suframos porque el no se goza en tu dolor. Sino es uno que llora contigo.

Pon tus ojos en Jesús, no es los demás. Pon tus ojos en tu Padre Celestial y no en ti mismo(a).

En nuestra segunda publicación veremos algunos versos que han sido de bendición para confiar en Dios y no depender de mi mismo.

 

Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre».  Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Romanos 8. 15-16

 

Continua mañana…

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2 respuesta a «Mi lucha con las emociones y los temores – I Parte»

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