El amor del Padre Celestial

Antes de compartir mi historia, quiero recordar la parábola de la mala hierba:

Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo.  Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: «Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?» «Esto es obra de un enemigo» , les respondió. Le preguntaron los siervos: «¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?»  «¡No! —les contestó—, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo.

 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba, y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.»

Mateo 13: 24-30 NVI 

Gracias a que no fui afirmado en el amor por mis padres, especialmente por mi padre, mi vida fue una vida vacía, con dinero, comodidades, pero sin amor, tal como sucedió en la parábola el enemigo aprovechó ese descuido de mis padres para sembrar en mi odios, rencores, resentimientos, orgullo, amargura, especialmente contra ellos.

Con el paso de los años la amargura y el odio fueron creciendo, llegó el momento en que no me amaba ni siquiera a mi mismo, y por ello tampoco podía amar a otra persona y mucho menos a Dios, era un ser insensible, inseguro, aislado, pensaba que tenía muchos problemas y no me interesaba por los demás. Eso me llevó a buscar amor y llenar esos vacíos en unas fuentes de agua sucia como fiestas, pornografía, relaciones heterosexuales y homosexuales. Pero en el fondo también deseaba dejar todo eso atrás, quería sentirme bien, pues estaba aburrido de toda esa situación, quería realmente amar y ser amado.

Fue el año pasado a la edad de 30 años, cuando cansado de vivir de fracaso en fracaso, de dolor en dolor, de derrota en derrota, decidí buscar a Dios, pero lo hice por interés y por conveniencia, porque como ya lo dije el amor para mi no existía y por eso no había desarrollado ese amor por nuestro Padre Celestial, en ese tiempo era muy orgulloso, buscaba el remedio pero no el sanador.

Inicié una vida devocional por puro interés, con el curso Puerta de Esperanza de 60 días, pero el primer día comprendí que mi motivación para todo lo que haga debe ser honrar y agradar a Dios (1 Corintios 10:31), y no debe ser el gloriarme a mí mismo. Al mismo tiempo comencé a asistir a una Iglesia Cristiana y a alimentar esa relación con mi Padre Celestial. Al terminar el curso de 60 días inicié el curso de Mentores de 120 días. Los días fueron pasando y Dios con su amor, su Palabra y sus obras me conquistó y poco a poco fue creciendo en mí el amor por Él, por mi mismo y por los demás y en unos pocos meses, el amor que Dios plantó en mi creció mucho más que la amargura, el orgullo y el odio que el enemigo había plantado y alimentado por 30 años.

Ya era tiempo de la cosecha y tal como sucedió en la parábola toda esa mala hierba fue atada y quemada y solamente quedó en mi el trigo, el darme cuenta que hubo alguien que me amó tanto que dio su vida por mi para hacerme libre, para hacerme salvo, me hizo cambiar mi manera de ver la vida. Mi Padre Celestial con su amor cambió mi corazón por un corazón lleno de amor, de fe, de perdón, sin rencores, sin amargura, capaz de interesarse por los demás y por sus problemas. Mis relaciones con los demás también mejoraron porque aprendí a amar a los demás como a mi mismo. Si hubiera sabido que tener una relación de amor y amistad con Él era algo tan maravilloso, lo habría hecho hace mucho tiempo, pero como dice la Palabra, hay un tiempo para todo.

Mi razón para vivir es agradar a Dios en todo, es mi primer, verdadero y único amor.

Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor. 

1 Corintios 13:13 NVI

Por: Marco A. Mayolo 

Miembro de Libres en Cristo para Colombia

Si necesitas ayuda y conocer el curso Puerta de Esperanza visita: www.libresencristo.org o escribe a info@libresencristo.org

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6 respuesta a «El amor del Padre Celestial»

  • Christopher

    yo kiero amar asi!!! en esa intensidad…buscar al sanador no solo el remedio….

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  • Edwin Bello

    Tremendo testimonio, Edu… Sólo Dios puede transformarnos de manera permanente… Leo estas palabras y me veo en ellas retratado… Mi orgullo, mi vanidad, mi deseo de manipular a Dios, porque realmente no interesaba buscar al Sanador; sólo interesaba el remedio…

    Cristo, en su amor, no nos descarta, sino que espera a que la mala hierba crezca junto al trigo. Entonces, separará lo malo de nosotros de lo bueno y nos limpiará…

    Dios nos sigue llevando de su mano y si confiamos en El, la hierba mala no vendrá a atacarnos más… ¡¡Gracias muchas por tan extraordinario testimonio!!

    En Cristo,

    Edwin

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